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Segunda Época | Mes FEBRERO/2017 | Año 3 | No. 23

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Juan Clemente Zenea: Patriota y Poeta Bayamés

Ernesto José Parra Muñoz

Fidelia

Juan Clemente Zenea

Juan Clemente Zenea: inocente o culpable

Amarilis Terga Oliva

Los Amores de Zenea y Adah Menken: un romance para la eternidad

 
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Juan Clemente Zenea: Patriota y Poeta Bayamés

Ernesto José Parra Muñoz

El 24 de febrero de 1832 nace en la ciudad de Bayamo, Juan Clemente Zenea y Fornaris. A los diecisiete años se traslada para La Habana. Ingresa al periodismo militante como redactor de La Prensa, donde escribió artículos de costumbres, bajo el seudónimo de Adolfo de la Azucena y firmaba tallerines semanales bajo la rúbrica de Espejo del Corazón
Emigra a Estados Unidos, se le acusaba entonces de ser uno de los redactores de La Voz del Pueblo. Zenea pasa a Nueva Orleans y luego a Nueva York, donde colaboró con La Verdad, órgano del separatismo. Se acoge a la amnistía firmada por el gobernador La Habana Juan de la Pezuela, quien ejerciera ese cargo en Cuba entre 1853 y 1855, Zenea regresa a la Mayor de las Antillas en 1854 donde reanuda sus labores literarias.
Las tropas españolas sin respetar el salvoconducto otorgado por Azcárate, como refiere José Maceo Verdecia en su libro Bayamo:

(…) quiso Azcárate, y era natural que lo hiciese, facilitarle un salvoconducto para el mayor éxito de la misión, firmado por el  Ministro de España en Washington, Mauricio López Robert, con el cual estaría garantizado cerca de los españoles, caso de ser sorprendido al desembarcar en playas cubanas (…).

Conducen a Zenea a una miserable bartolina de La Cabaña, los cubanos de la época le acusaban de traicionar los ideales. Luego de un largo proceso es condenado a muerte por el tribunal. En el Foso de los Laureles, el pelotón de fusilamiento daba por cumplida la sentencia definida para la vida del poeta y patriota bayamés el 25 de agosto de 1871.
En Bayamo, tierra que lo vio nacer, se erigió una estatua en su honor ubicada al final de la calle que lleva el nombre del poeta, resultado de la convocatoria realizada por la Asociación Cívica TODO POR BAYAMO, bajo la égida del periodista Robert Arnaldo Paneque.
En la base de la estatua, aparece la primera estrofa de uno de sus poemas más conocidos A una golondrina, escrito en prisión, el cual forma parte de otros dieciséis que después vieron la luz recopilados con el título DIARIO DE UN MÁRTIR.

MENSAJERA PEREGRINA
QUE AL PIE DE MI BARTOLINA
REVOLANDO ALEGRE ESTÁS,
¿DE DO VIENES, GOLONDRINA?
GOLONDRINA ¿A DÓNDE VAS?

Estos versos en forma de quintillas, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es la combinación de cinco versos octosílabos, con dos consonancias y ordenados generalmente de modo que no vayan juntos los tres a que corresponde una de ellas, ni los dos últimos sean separados.
Según: Cira Soto Palenque, en Español tomo II, Curso de superación para maestros de 1970 refiere que “Zenea imita la célebre Rondinella de Tomás Grossi, encierran una auténtica emoción, riman al arbitrio del poeta, con la única condición de no colocar tres rimas seguidas, ni las dos últimas en forma de pareado”.
Soto Palenque también comenta que en este poema “no hay rebuscamientos en el tema escogido: la golondrina, frecuente en los atardeceres habaneros, al posarse en la ventana de su bartolina, le recuerda el Norte triste donde han quedado su hija y su mujer. La avecilla volverá al Septentrión, a las nieves, que el poeta quisiera ahora contemplar y cuando vuelva, en su retorno anual, ya no encontrará al poeta; bien sabe él que morirá y presume que nada recordará su memoria”.
Los poemas que conforman Diario de un mártir asevera Soto, “constituyen la culminación de la poesía elegíaca de Zenea, expresión de una poesía íntima, personal, que refleja sus estados anímicos, en la cual lo melancólico y triste del ambiente, la desesperanza en sus largas noches de presidio”, forman una pequeña obra de importante valor para la literatura cubana y de Latinoamérica.
El Centro de Promoción Literaria que lleva su nombre y los escritores de Bayamo le rinden homenaje en la fecha de su natalicio y muerte; también la Unión de Escritores y Artistas de la provincia, convoca al Premio Fidelia de Poesía, como digno tributo a este exponente del Romanticismo.
Cada año en El Foso de los Laureles, el mismo lugar del fusilamiento del poeta y de otros independentistas cubanos ejecutados en este sitio, se entrega la réplica del machete de Máximo Gómez, a un grupo de intelectuales y artistas cubanos destacados, en reconocimiento a su obra.

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Fidelia

Juan Clemente Zenea

¡Bien me acuerdo! ¡Hace diez años,
y era una tarde serena!
¡Yo era joven y entusiasta;
pura, hermosa y virgen ella!
Estábamos en un bosque,
sentados sobre una piedra,
mirando, a orillas de un río,
como temblaban las hierbas.
 
¡Yo no soy el que era entonces,
corazón en primavera,
llama que sube a los cielos,
alma sin culpas ni penas!
¡Tú tampoco eres la misma,
no eres ya la que tú eras;
los destinos han cambiado:
yo estoy triste y tú estás muerta!

La hablé al oído en secreto
y ella inclinó la cabeza;
rompió a llorar como un niño,
y yo amé por vez primera.
Nos juramos fe constante,
dulce gozo y paz eterna,
y llevar al otro mundo
un amor y una creencia.
Tomamos ¡ay! por testigos
de esta entrevista suprema,
unas aguas que se agotan
y unas plantas que se secan;
nubes que pasan fugaces,
auras que rápidas vuelan,
la música de las hojas
y el perfume de las selvas.
No consultamos entonces
nuestra suerte venidera,
y en alas de la esperanza
lanzamos finas promesas;
no vimos que en torno nuestro
se doblegaban enfermas,
sobre los débiles tallos,
las flores amarillentas;
y en aquel loco delirio
no presumimos siquiera
que yo, al fin, me hallara triste,
¡que tú, al fin, te hallaras muerta!

Después, en tropel alegre,
vinieron bailes y fiestas,
y ella expuso a un mundo vano
su hermosura y su modestia.
La lisonja que seduce
y el engaño que envenena,
para borrar mi memoria
quisieron besar sus huellas;
pero su arcángel custodio
bajó a cuidar su pureza,
y protegió con sus alas
las ilusiones primeras;
conservó sus ricos sueños
y, para gloria más cierta,
en el vaso de su alma
guardó el olor de las selvas,
guardó el recuerdo apacible
de aquella tarde serena;
mirra de santos consuelos,
áloe de la inocencia…
¡Yo no tuve ángel de guarda
y, para colmo de penas,
desde aquel mismo momento
está en eclipse mi estrella;
que en un estrado, una noche,
al grato son de la orquesta,
yo no sé por qué motivo
se enlutaron mis ideas;
sentí un dolor misterioso,
torné los ojos a ella,
presentí lo venidero:
me vi triste y la vi muerta!

Con estos temores vagos
partí a lejanas riberas,
y allá bañé mis memorias
con una lágrima acerba.
Juzgué su amor por el mío,
entibióse mi firmeza,
y en la duda del retorno
olvidé su imagen bella.
Pero al volver a mis playas,
¿qué cosa Dios me reserva?…
¡Un duro remordimiento
y el cadáver de Fidelia!

Baja Arturo al Occidente
bañado en púrpura regia,
y al soplar del manso Alicio
las eolias arpas suenan;
gime el ave sobre un sauce,
perezosa y soñolienta;
se respira un fresco ambiente,
huele el campo a flores nuevas;
las campanas de la tarde
saludan a las tinieblas,
y en los brazos del reposo
se tiende naturaleza…
¡Y tus ojos se han cerrado!
¡Y llegó tu noche eterna,
y he venido a acompañarte
y ya estás bajo la tierra!…

¡Bien me acuerdo!
Hace diez años de aquella santa promesa,
y hoy vengo a cumplir mis votos,
y a verte por vez postrera.
Ya he sabido lo pasado…
Supe tu amor y tus penas,
y hay una voz que me dice
que en tu alma inmortal me llevas.
Mas… lo pasado fue gloria; pero el presente, Fidelia,
el presente es un martirio:
¡yo estoy triste y tú estás muerta!
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Juan Clemente Zenea: inocente o culpable

Amarilis Terga Oliva

El asesinato al humanista y patriota Juan Clemente Zenea por las autoridades coloniales españolas, ocurrió un 25 de agosto de 1871 en San Carlos de la Cabaña, La Habana. Este hecho, constituyó una sajadura en la memoria histórica y espiritual de la nación cubana. Desde los 17 años, el escritor reveló su desacuerdo con el despotismo absolutista y sus leyes. Los vínculos ideológicos con Eduardo Facciolo se constatan en los artículos y composiciones publicados en La voz del pueblo, que provocaron enfrentamientos con los representantes de la metrópoli.
A través de sus páginas, Zenea condenó el asesinato de Narciso López y los expedicionarios, acaecido el 16 de agosto de 1851. El poeta fue acusado como “infidente y “separatista”. Debido a ello, se trasladó a New Orleans y New York. En estas ciudades, denunció mediante su prosa los horrores que cometían los representantes de la monarquía en Cuba. La Joven Cuba y La Estrella Solitaria, apoyaron el quehacer patriótico gestado por el mártir.
En 1853 se emitió la orden que lo condenó a muerte “en garrote vil”. Al año siguiente, se dictó la amnistía y regresó a la Habana donde impartió Lengua y Literatura Inglesa en el colegio El Salvador. Fundó la Revista Habanera, en cuyas páginas publicó ensayos críticos en la sección “Mis contemporáneos”. Entregó a la imprenta Lejos de la patria (relato), e hizo la traducción del drama Andrea del Sarto por Alfred Musset.
Colaboró en Brisas de Cuba y dirigió El Almendares. En estos periódicos se publicaron sus textos en verso, prosa y traducciones. En 1860 la imprenta “La Antilla”, dio a conocer Cantos de la tarde con prólogo de Joaquín Lorenzo Luaces. En 1861 apareció en la Revista Habanera la primera versión de “Nocturno”. Posteriormente, el poema se tituló: “En días de esclavitud”. Durante ese período, sucedió el matrimonio del poeta con Luisa Mas. En 1867, se estableció en México, allí dirigió El Diario Oficial.
En 1868 regresó a la Habana. El alzamiento independentista, lo condujo nuevamente a Nueva York. Entonces organizó las expediciones Lelian, Cathering Witing y Hornet, a fin de apoyar a las huestes cubanas. Estas fueron descubiertas por agentes secretos que servían a la monarquía. El poeta retornó a Nueva York, sitio donde colaboró con la Junta Revolucionaria  y el periódico La Revolución. Sus vínculos con Manuel Aldama, José Manuel Mestre, Manuel de Quesada y Enrique Piñeyro, exacerbaron los ideales políticos que desde muy joven lo ocuparon en pro de la autonomía e independencia de Cuba. Las desavenencias entre los emigrados que eran partidarios de Aldama y Quesada, ocasionaron escepticismo en su proceder.
El abandono de Enrique Piñeyro, quien estaba al frente de La Revolución, y la precaria situación económica que padecía junto a su familia, fueron posibles causas que conllevaron al poeta Juan Clemente Zenea para que aceptara el ofrecimiento de Don Nicolás Azcárate, (abogado cubano residente en Madrid, España), que tenía el apoyo de Moret (ministro de guerra) en la corte española. La decisión de trasladarse a los campos cubanos para negociar una presunta pacificación con los representantes de la monarquía española en la isla, constata que la beligerancia patriótica e inmediata liberación eran hechos indetenibles. Luego de la detención, el humanista sostuvo varias entrevistas con las autoridades en las cuales se mostró enérgico. Los documentos vislumbran que algunas declaraciones fueron confusas para quienes confiaban en su lealtad.
Sin embargo, su ideal independentista fue innegable. La representación alegórica de la patria a través de “Fidelia” como alegoría en Lejos de la patria, ha sido objeto de polémica. Al respecto Enrique Piñeyro, expresó:
(…) En torno de “Fidelia” formóse desde temprano una leyenda, creada en gran parte por el poderoso instinto popular que en Cuba suponía de antemano forzosamente antiespañolas las obras de sus poetas, pues el velo de la alegoría consentía fácilmente alusiones a los sentimientos secretos del país. Rafael M. Merchán, en un muy notable artículo de “Repertorio Colombiano”, inserto después en sus “Estudios críticos”, habla de esa tradición, que oyó él mismo de labios de José Antonio Echeverría, y según la cual no es Fidelia un personaje real, sino la personificación de la patria vencida, muerta políticamente, tal como quedó a los pies del tirano, después de los fracasos de 1850 a 1855. El romance nada gana transformado en vaga alegoría, y es lo cierto que Zenea afirmó la realidad de la existencia de Fidelia, como se puede ver en el fragmento de sus memorias publicado en 1859 bajo este título: “Lejos de la patria. Memoria de un joven poeta”1.
El personaje inspiró al escritor, pero es evidente el nexo espiritual con la nación como totalidad. La reclusión, perduró ocho meses. Y la inminente ejecución lo condujo a escribir: En días de esclavitud. Son conmovedores los pasajes tenebristas como alusiones a lo insospechado. La renovación de las fuerzas naturales, telúricas del país, deja ver, mediante la parábola y el símbolo, el éxtasis con motivo del triunfo de las huestes cubanas que vencen al colonialismo foráneo.
Esta obra literaria, contiene el renacimiento del país transformado de manera física y espiritual como resultado del enfrentamiento armado. La naturaleza ha contribuido que emerja una realidad extraordinaria, conmovedora, en cuyo centro los seres humanos se manifiestan de forma renovadora y enardecida. Sin duda, las fuerzas terrenales y divinas han progresado conforme a la coherencia impuesta por la historia. Los cubanos, por fin, han logrado conquistar la libertad.

 

NOTAS:

1Enrique Piñeyro. Prosas. (Selección y prólogo de Salvador Bueno), Ciudad de la Habana, Editorial Letras Cubanas, 1980. P. 89.
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Los Amores de Zenea y Adah Menken: un romance para la eternidad
 

Adah Isaacs Menken era tres años menor que Juan Clemente y debió llegar a La Habana entre 1850 y 1851 como miembro de una compañía itinerante de New Orleans que habría de presentarse en el teatro Tacón. Tales circunstancias permitieron al joven periodista, conocer al dúo de danzarinas  The Theodore Sisters y en particular  a una de ellas, Adah,  que también era actriz, poetisa y pintora. La irrupción de la artista con sus esbeltas y sinuosas formas, su audacia de amazona y  desenfado sobre el escenario,   terminó por deslumbrar al enamoradizo  bayamés. Con el tiempo la actriz deviene en  musa,  objeto de aproximación e inspiración,  de íntimas concomitancias. El atildado Juan Clemente no solo descubre en la “tierna vestal” —como la describe Enrique Piñeyro—suaves encantos, exaltada pasión, confidencias amables, compenetración y vehementes transportes eróticos, sino algo mucho más trascendente, profundo,  en sus experiencias como poeta y como hombre.  
Adah Bertha Theodore nació el 15 de junio de 1835 en N. Orleans, Luisiana, de madre francesa criolla y de padre negro y libre, Auguste Theodore; desde muy joven se integró a la vida artística, actuando en su ciudad de origen, en Texas y ahora en La Habana. Con posterioridad trabajaría también en San Francisco, California y años después actuaría en Broadway. De tez mate y una blancura pálida, que contrastaba con la oscura cabellera, ojos grandes y claros (según la describiera “cierto espectador  de la época”) y que a Zenea se le antojaron de un verde marino cambiante, la artista atraía por la vestimenta y la espectacularidad de sus bailes.  Culta e inteligente, la Menken dejaría una huella imperecedera en el bardo cubano, visión  que permanecería inalterable por muchos años.  Además de haber actuado en el Teatro de la Opera de su ciudad natal, Adah era poetisa y sus colaboraciones habrían de aparecer con el tiempo en los Estados Unidos de Norteamérica y Europa.  Dominaba el inglés y el francés, lenguas que el joven cronista perfeccionaba con su ayuda,  mientras recorrían las calles habaneras o se prodigaban caricias y versos en el Teatro o en la Plaza de Armas. El idilio habría de interrumpirse con el regreso de la actriz a su país. Con posterioridad,  tras su llegada en 1852 a New Orleans, prófugo de las autoridades españolas,  al verse involucrado y acusado por los sucesos de índole conspirativa que condujeron a la ejecución de Eduardo Facciolo, Zenea y Adah Menken reanudarían por breve tiempo su apasionado romance. El poeta partiría más tarde hacia Nueva York,  en pos de sus avatares políticos e intelectuales; jamás volverían a encontrarse, pero en la  memoria y sentimientos de Zenea,  la imagen de la artista permanecería por siempre como efigie indeleble, como una estrofa inamovible en el dramático poema de su vida.
Según Max Henríquez Ureña, cuando ambos jóvenes se conocieron, Adah era apenas una adolescente de 16 o 17 años (Zenea afirmó que 17  en uno de su poemas)  y  se llamaba simplemente Adelaida. Hacia 1856 publicaría su primer libro de versos en lengua inglesa: Memorias, firmándolo con el  curioso nombre de “Indígena”. En ese mismo año contrajo nupcias con el músico judío Alexander Isaacs Menken  y adoptó la abreviatura de Adah, uniéndolo al apellido de su esposo,  para asumir de este modo el nombre artístico con el que se le conocería internacionalmente. Se convirtió al judaísmo. Su matrimonio duró poco tiempo, pero ella mantuvo esta religión por el resto de su vida. En el lapso de apenas siete años contrajo cuatro matrimonios consecutivos… Recorrió los Estados Unidos con el melodrama Mazzepa, una singular y provocativa interpretación, amarrada al lomo de un caballo en el escenario,  vestida tan solo de mallas,  lo que le ganó una singular reputación de figura propensa al escándalo.   Posteriormente viaja a Europa, y en 1861 contrató en Londres un agente de publicidad, y  en el Astley de esta capital volvió a representar Mazzepa con mucho éxito.  Es obvio expresar que la sociedad europea se escandalizó con su vestuario reducido y lo audaz de  sus presentaciones: seductora y excéntrica, exhibía por igual sus encantos anatómicos como su arte. Durante una larga temporada disfrutó de enorme éxito en París, con  la presentación de Les Pirates de la Savane, un dramón truculento  escrito para ella por autores franceses. Todo ello le procuró fama, una posición envidiable,  dinero y gran celebridad en el mundillo artístico e intelectual. Departe con la novelista George Sand, cultiva la amistad de Alernon Swinborne, mantiene relaciones con Dante Gabriel Rosssetti, intima con Theóphile Gautier y establece unos amores no menos escandalosos con el célebre Alejandro Dumas. Sin embargo, en la primavera de 1868, Adah Menken  enfermó gravemente en París; la fortuna que hasta entonces la acompañara triunfalmente  se le tornó adversa,  de tal forma que la artista comenzó a languidecer, viéndose arruinada tanto física como económicamente, mientras pugnaba por rehacer su carrera.  Todo resultaría  inútil: falleció de neumonía un 10 de agosto de ese año, a los treinta y tres de su existencia. Fue enterrada en el cementerio de Pere Lachaise en la sección reservada a los israelitas.
Apreciado y muy reconocido intelectualmente, Zenea residía desde 1867 en México, bajo la sombra bienhechora de Pedro Santacilia  (e incluso del propio don Benito Juárez, con cuya amistad contaba),   cuando le sorprendió la noticia. Consternado, escribiría  entonces un poema cifrado bajo una enigmática dedicatoria: a A.M. al tiempo que evocaba los floridos años de la bailarina, sus seductores ojos, la desbordada cabellera… Un dramático capítulo de su existencia novelesca comenzaba a cerrarse; el poeta se sume en el dolor,  mientras admite poseer el raro don de atraer el infortunio—desde sí y hacia sí—,  sobre quienes le amaban. Al desconocer que su antigua amante profesaba creencias judaicas, el elegíaco Juan Clemente la haría yacer poéticamente bajo una cruz…  Tan intensa  resultaría, tan imperecedera la influencia de este amor de juventud, que aun estando confinado en prisión, en la Fortaleza de la Cabaña, el infortunado poeta sacó fuerzas y sobreponiéndose   a las carencias y maltratos de la prisión, a sus problemas de salud, dedicó el último de sus poemas a la memoria de la actriz, el numero XVII que aparecería en el Diario deun Mártircon el nombre de Infelicia, alusiva evocación al poemario de Adah Menken que apareciera con ese título en Europa. He aquí algunos de los versos de poema:
En presencia de Dios, con un suspiro, / Dejamos el ciprés y los rosales, / Y al vals animador tornando luego / Sentimos las esferas celestiales / Que en torno nuestro en caprichoso giro / Volaban en atmósferas de fuego. / Después los votos, el adiós, la cita; / Y más tarde la esquela, / El cauteloso conversar a solas; / Tribulaciones e ilusión marchita, / Un drama, una novela, / Un gran naufragio en las mundanas olas.
ARSENIO J. ROSALES
Bayamo M.N. 12 de febrero de 2017

Boletín Acento . Oficina del Historiador
Bayamo M.N., Cuba. 2016
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